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Lic. Hipólito Falcoz

Muchas de las maneras de contar y de medir las cosas, trabajan de forma lógica. Cuando la dimensión de lo que estamos midiendo se incrementa, el número es mayor. Cuando algo gana peso, la balanza indica un valor mayor. Pero en astronomía las cosas no son siempre así, al menos no cuando se trata del brillo de las estrellas. Las magnitudes estelares se cuentan al revés, como resultado de una antigua idea que parecía ser buena en aquel entonces.

Hace más de 2100 años, en la Grecia del siglo II a.C., Hiparco compiló un catálogo que agrupaba a alrededor de 1,000 estrellas (visibles a simple vista, claro está), a las cuales organizó en seis categorías que llamó magnitudes. Las más brillantes, unas 20, fueron clasificadas como de primera magnitud; algunas menos luminosas, como de segunda, y así sucesivamente, hasta que todas las más tenues quedaron asociadas bajo la sexta magnitud. Este sistema iniciado por Hiparco se sigue utilizando en la actualidad, aunque con ciertas modificaciones.

Galileo forzó el primer cambio. Cuando dirigió su telescopio al cielo descubrió que existían estrellas más tenues que las de sexta magnitud. En su tratado de 1610, llamado "Siderius Nuncius" ("Mensajero Estelar"), comentó: "En verdad, es posible detectar con el lente estrellas que se encuentran debajo de la sexta magnitud, así como cúmulos de otras que escapan a la vista natural… las mayores de estas estrellas pueden designarse como de séptima magnitud". Así se introdujo un nuevo término en el lenguaje astronómico y la escala de magnitudes quedó definida. Ya no había vuelta atrás.

magnitud

cantidad de veces más tenue

0 ---
1 2,512
2 6,31
3 15,851
4 39,818
5 100,022
6 251,257
9 3.982,69
13 158.582,50
18 15.861.835,12
30 1.001.357.262.498,17

La reforma más significativa, que es la que continúa vigente, fue introducida por Norman R. Pogson, un astrónomo inglés, en 1856. Percatándose de que se recibe cien veces más luz de una estrella de primera magnitud que de una de sexta (según dedujo, cincuenta años antes, el también astrónomo inglés William Herschel mediante su ingenioso método de medir, con mayor precisión, las magnitudes de las estrellas), y que, por ello, una diferencia de cinco magnitudes representa una razón de 100:1, Pogson propuso que el cambio de una magnitud a otra fuera la quinta raíz de 100 (1001/5), lo que equivale a 2,512 aproximadamente. Así pues, una estrella de quinta magnitud es 2,512 veces más brillante que una de sexta; una de cuarta magnitud es 2,512 más brillante que una de quinta y 2,5122 más que una de sexta, hasta llegar a una estrella de primera magnitud, que es 2,5125 veces más brillante que una de sexta.

Ahora que ya se habían graduado las magnitudes estelares en una escala precisa, como sucede casi siempre, apareció otro problema inevitable: algunas estrellas de primera magnitud eran más brillantes que otras. Los astrónomos no tuvieron otra alternativa que extender la escala pero hacia los números negativos. Así, Rigel, Arcturus y Vega tienen magnitud 0, algo que puede sonar como que no tienen brillo. La escala de magnitudes se extiende bastante lejos dentro del lado de los valores negativos: Sirio brilla con magnitud -1,5, Venus alcanza en promedio -4,4, la Luna llena -12,5 y el Sol -26,7.

Algunos objetos brillantes y sus magnitudes

Sol -26,7
Luna Llena -12,7
Venus (planeta más brillante) -4,2 (promedio)
Sirius (estrella más brillante) -1,5
Alfa Centauri (sistema estelar más cercano) -0,1
Gran Nube de Magallanes (galaxia más cercana) +0,1
Galaxia de Andrómeda (objeto más lejano visible a simple vista) +3.5
Ganímede (Júpiter) (satélite natural más brillante) +4,6
Nebulosa de Orión +4,0
Vesta (asteroide más brillante) +6,2
Nebulosa del Cangrejo +8,6
3C273 (cuásar más brillante) +12,8
Plutón (planeta más distante) +14,9

 

Desde una ciudad moderadamente iluminada (es decir, contaminada con luz, para nuestra desgracia), el objeto más débil que se puede observar a simple vista es de cuarta o quinta magnitud. Desde un lugar oscuro, la magnitud promedio ronda la sexta. Un par de binoculares (prismáticos) puede extender ese campo a la novena magnitud, y un telescopio de unas 6 pulgadas (15,24 cm) de apertura puede revelar objetos de hasta 13,4 en condiciones ideales. Actualmente, el Telescopio Espacial Hubble es el instrumento más potente que tiene a su disposición el mundo científico profesional, y con él se han observado objetos de magnitud 29 y 30. Si Hiparco hubiera asignado magnitudes a los objetos más tenues partiendo del número 1 (el menor dígito para las civilizaciones antiguas, para quienes además la idea de que existieran números con valor negativo era, a lo menos, absurda), habría hoy día miles de millones de objetos con magnitudes negativas, lo que tampoco nos libraría de confusiones.

Fuente: Alan MacRobert - Traducción de Francisco Javier Mandujano Ortíz