Por amor a la astronomía, un día se bajó de un avión, dejó sus alas de comandante y comenzó a transitar en tierra, la maravillosa tarea de aprender astronomía. Con los brazos abiertos, una asociación en pañales, recibió al Comandante Carlos Marzocchini, un hombre inquieto, de espíritu fuerte, de grandes compromisos, que entraba así en los albores de una asociación que estaba gestándose.
Con nuestra querida asociación EnDiAs, aprendió algunos conceptos de astronomía a través de nuestro principal maestro, Hipólito Falcoz. Observador, preguntón, de excelentes principios éticos y una caballerosidad poco usual, comenzó a transitar por esta hermosa ciencia. En 2004 trabajó en la construcción de su propio telescopio.
Desde entonces se adentró de lleno a volar en el conocimiento del universo. Y así se incorporó a nuestra comisión, donde fue recibido con enorme alegría. Era él quien tenía la responsabilidad más compleja, más difícil en estos tiempos: las relaciones públicas. Su teléfono se convirtió en parte de su anatomía. Siempre ocupado y con ganas de ayudar, el tiempo era su gran enemigo; para él el día tendría que haber tenido 36 horas.
Pasaron los años y en EnDiAs, la astronomía tomaba más impulso gracias a los contactos que Carlitos hacía con las distintas instituciones. Como caracol con casita al hombro, EnDiAs iba de un lugar a otro, mudando gente y conocimientos; traslados y traslados cual circo itinerante. Encontramos un refugio para nuestro trabajo, primeramente su casa, luego, en casa de Francisco Gallardo. Pasamos también por el museo de la calle Belgrano, y luego por el Centro Cultural de Bella Vista. Hasta que un día "aterrizamos de su mano" en la Biblioteca Popular Domingo Faustino Sarmiento de San Miguel. Todo gracias a él que se movilizó permanentemente por ver a la institución instalada en un lugar.
Todo lo que cuesta vale
Costó tiempo y sacrificio este proyecto científico-educativo de divulgación, pero valió la pena. Los conocimientos que compartimos con nuestro amigo nunca morirán, como tampoco morirá su ejemplo de trabajo.
Nos va a faltar nuestro embajador astronómico, nuestro amigo, que decidió partir poniéndose alas blancas hacia el cielo, en busca de otras aventuras. Seguro allí pueda encontrarse con nuestro amigo Polo Falcoz y con nuestra amiga Elizabeth Suzuki, y entre los tres harán una sede de EnDiAs celestial.
Estarás en nuestro recuerdo por siempre, por todo lo que significó tu trabajo, tu aporte, tu sacrificio, por amor a la Astronomía. Y seguramente dirías lo que San Agustín ha escrito en algún momento:
No LLores Si Me Amas |
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Gracias Carlos por todo lo que nos regalaste, por tu espíritu inquieto y tu don de gente. Por tu esencia Belgraniana. Y por ser un embajador con todas las letras para EnDiAs y su trabajo